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Mostrando entradas de 2023

Disidente

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Duele saber que no soy tan disidente , y que me pesa día a día luchar, evitar comerme a la muerte, dejar el consumo desmedido, llorar en pleno horario de trabajo de un sitio autogestivo, huir de las garras del idealismo, de toda norma y de los moldes, amar reventando la amargura y los celos y la envidia, sentir sin rituales, nombres y ceremonias creados por mis progenitores,  hablar con el tono de calle y callejones no el de las aulas y los textos, oír lo creado a mano o por tu boca, y no por una industria,  andar descalza o con tacones pero a mi propio paso. Sigo convertida en la obediente la sonriente y que se cuadra que da su cuerpo, su ser y alma a otros que no puede, o quiere, escapar. Este poema se publicó en la antología de poesía no romántica, Visceral imagen , de ediciones Converso.

Poetubre 2023

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Cada día es una oportunidad poética. En este espacio compilaré las ideas, aforismos y versos que escribí con motivo del "Poetubre 2023" que organizó Altura Desprendida  en redes sociales. Gracias por poner la iniciativa y las palabras. No había ningún objetivo de concurso de por medio, sólo construir, intentar y jugar. Contrario a mis rasgos de personalidad obsesiva, no completé al 100% el ejercicio; me salté algunas palabras que no me inspiraron (y la primera, porque me enteré tarde). Los publiqué originalmente en mi cuenta de X @lupation_ . 2. Microbuses Aunque grité: bajan de la vida, del amor y de otro lunes los tres avanzaban como en plena carrera de microbuses 3. Cucaracha Sucia cucaracha vuela y yo me echo a llorar. 4. Esquite con tuétano humano Título: Divergencia Te abrí espacio en mi agenda y refunfuñando tomé tu mano, a cambio me diste como ofrenda un esquite con tuétano humano. 5. Pastel de caca            poquito P an,    do...

Desfase

Una vez soñaste una mirada como la suya, que acariciaran tus pasos y oyeran tu melodía notando los compases; que te mostraran el rostro franco, los distintos paisajes diarios, que besaran tus detalles sin notar tus protuberancias o rugosidades; que te hablaran de las ciencias mundanas con pasión y desvelo, que se rieran de lo serio y lloraran con lo vano; que no hubiera tretas en los labios ni laca en el pelo; que te recorrieran como tú recorres el mundo; que vieran tus oscuridades y eso llevara a encender la luz; pediste no sentirte fuera o menos o corto o largo o maravilloso o simple, que te vieran, nada más y sintieran lo que tú cuando tu reflejo te habla. Ahora que has olvidado todo lo que anhelaste, llega, pero tú no puedes  recibirlo.  

Lo que callamos las solteras: la histeria del ligue post-duelo

Terminar una relación es, por lo menos, penoso, triste, decepcionante y, por lo más, desgarrador o traumático. El proceso de sanar (incluso el más benevolente) es intolerable y cualquiera desea atraversarlo de manera vertiginosa, sin mucho costo emocional. Es terrible y nadie nunca quiere volver ahí. Pero la etapa más histérica, a mí parecer, fue aquélla en la que acepté que debía avanzar y que por fin me abrí a la posibilidad de sentir, de querer y de pensar que podía volver a tener una pareja. A falta de un concepto psicológico rimbombante que explique esta situación, le llamaré momentáneamente: la época de ligue post-duelo.  Primero, me queda claro que la recuperación de una decepción amorosa tiene sus ires y venires. Cuando me sentía con la disposición de aceptar que mi ex ya no estaba, ni va a estar, ni quería que estuviera, de pronto, así como si pisara una coladera en el camino, me acordaba de nuevo de lo que vivimos. ¿Significaba que seguía enganchada a él? No necesariament...

e de Caracol

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 Guadalupe Fernández Escobedo Hace tres de años, aproximadamente, me animé a escribir este pequeño cuento, editado por Diana Ramírez Luna, una adorada amiga. Fue ilustrado por Carmen López, también compañera amada.  Va dedicado a Manuel, quien existió, quizá de otra manera a como lo narra Alma, la protagonista de la historia. A él, quien llenaba de sonrisas y esperanza mis días en los primeros años de primaria. Te recuerdo Manuel, como a los colores Berol, a los cuales les inventábamos canciones. Te recuerdo angustiado por cómo se burlaron de ti los demás por los desafortunados incidentes que tenías en clase. Recuerdo tus cejas pobladas y tus distracciones. Tu suéter roto de las mangas y tu cabello sin peinar. Pero, desafortunadamente, no recuerdo tu apellido. Tengo ilusión, de que un día me lleguen noticias de ti.  Comparto el enlace y la breve reseña de LibrObjeto Editorial.  En medio de la vida cotidiana de las actividades escolares, nuestra protagonista aprenderá...

Macarena, la de alborotada cabellera

Por: Guadalupe Fernández Escobedo Tengo la vista nublada, no sé si de enojo o de lágrimas. Una de mis manos agarra la camisa de Martín, la otra está en forma de puño apuntándole justito a la cara. No sé qué me pasa. Nunca le he pegado a ningún niño, pero estoy realmente molesta. Caro, mi mejor amiga, grita con cara de espanto. Un grupito de compañeras y compañeros se burlan, no sé si de él o de mí. En este momento no me importa. Total. Ya era hora que pasara algo interesante en la escuela. Ya era hora que algo interesante pasara dentro de mí. *** Me llamo Macarena, tengo 12 años. Amo mi nombre, aunque todas las personas cantan “Hey, Macarena” cuando me conocen y se ríen un poco. Mis papás me lo pusieron porque se conocieron en una boda, precisamente bailando esa canción. “Fuimos los reyes de la pista”, cuenta orgullosa mi mamá. Tengo dos medios hermanos, uno hijo de ella con un señor que no conocí, y el otro de mi padre, de una mujer que falleció. Mamá y papá se quedaron juntos desde q...

Yo también la he pasado

La dificultad de levantarse  de la silla o de cama, juntar las pocas fuerzas,  estirarse y caminar, acariciar a la gata que llora y no le importa tu tristeza,  bañarse, desayunar,  sin saborear, sin hambre, acicalarse los dientes  por si te toca mostrarlos mientras impostas la voz al decir "buenos días" firme y sin quebrarte  sin evidenciar dolor. Sé cómo pesa el día, la espalda, la vida, por tener que explicar o incluso disculparte por lo que es evidente: que la apatía que irradias y que a todas causa intriga es porque, sí, otra vez (otra vez, una vez más)  no cuidaron tu corazón. Yo también lo he pasado. Guadalupe Fernández Escobedo