Entradas

Mostrando entradas de 2024

Tú no has muerto

Me aconsejaron: para olvidar que te marchaste podría pensarte como si estuvieras muerto. Sonó la idea tentadora, banalicé el proceso, me soñé vestida de negro, sollozando la pérdida, con coronas de flores que huelen a panteón, recorriendo recovecos que marcaste en mi casa y mirando fotos con suspiros priorizando el amor. Pero no, tú no has muerto, no soy aquélla viuda que se enfrenta a los silencios, al pánico de nombrarte y hallarme sola en el eco. Mi enojo está vivo y me recuerda que estás vivo, que tu piel despide el aroma de madera mojada a unos kilómetros de mí, tus fotos no se tornarán a tonos grises ni sepias sino que brillarán en más sitios con otras personas vivas que sonreirán y te presumirán porque estás feliz ahí. Tú no falleciste. Tu voz no es sicofonía, es el sonido estruendoso de aquélla canción que creaste sin mí. Sigues marcando tus pasos uno detrás del otro dejando marcas, creando estragos. No, tú no has muerto. sólo debo aceptar que ahora, como antes, haces tu vida s...

Miedo

Un hoyo negro que absorbe el brillo de las pocas certezas y esconde las ínfimas verdades entre paja. Piedra colosal que obstruye los lodos y las aguas profundas hasta que, con presión, las expulsa. Masa amorfa que resiste al molde o a ser aplastada y vuelve  una y otra vez a su forma original. El maremoto que revuelve la sal y las arenas y devasta cada ilusión a su paso. Radiación uve que ciega al verla directo a la cara; un eclipse  que nubla el cielo a diario. No puedo huirte  aunque quisiera. debo permitir, pacientemente, que me tragues, me revientes, me lastimes, me arrojes, y me oscurezcas hasta que,  de pronto, y sin más,  te vayas.

Desde que llegaste, soledad

Imagen
  Desde que llegaste, soledad, no has dejado de recorrerme. Te metiste en mi mente en silencio incómoda, sosegada, pero rabiosa. Alcanzaste mis ojos y los aguaste para limpiar los dolores y la nublazón que impedía contemplarme. Bajaste a mi pecho a tosidos y resonaste, me gritaste, que debía oír mis adentros. Te anidaste comodina en el corazón sólo por un ratito, para recordarle que podía retumbar sin acompañamiento. Llegaste a mi vientre atrasando sus procesos alborotando los golpes drenando la sangre con mayor furia. Estás en mi colon, por ahora, exigiendo revolución o destrucción de mis rutinas. Ahora no sé si tu destino es mi ingle, las rodillas, mis metatarsos. Si dejaste recuerditos en cada hito de mí ser para decirme que me piensas porque tú, soledad, me quieres y yo te quiero y necesito que te quedes aquí.  Poema publicado originalmente en las redes sociales de Poesía de Morras .

Altibajos

A ratos  fúrica al releer nuestra historia y ver lo que quise ignorar: las migajas, la tibieza,  disfrazadas de calidez disque nueva y disidente.  A ratos  decaída por saberme vencida por ti y por mí misma sin futuro, sin el cuento que levanté con deseos y apegos involuntarios. A veces culpable por no poder retirarte ni con ayuda de una pala de sueños o llantos aunque ya esté construyendo mi casa con mejores cimientos. También apenada por todavía (algo) extrañarte porque te quise y me quisiste o eso creo, quiero creer, aunque por sombras y traumas ni ayer ni nunca me lo dijiste.