Desde que llegaste, soledad
Desde que llegaste, soledad, no has dejado de recorrerme. Te metiste en mi mente en silencio incómoda, sosegada, pero rabiosa. Alcanzaste mis ojos y los aguaste para limpiar los dolores y la nublazón que impedía contemplarme. Bajaste a mi pecho a tosidos y resonaste, me gritaste, que debía oír mis adentros. Te anidaste comodina en el corazón sólo por un ratito, para recordarle que podía retumbar sin acompañamiento. Llegaste a mi vientre atrasando sus procesos alborotando los golpes drenando la sangre con mayor furia. Estás en mi colon, por ahora, exigiendo revolución o destrucción de mis rutinas. Ahora no sé si tu destino es mi ingle, las rodillas, mis metatarsos. Si dejaste recuerditos en cada hito de mí ser para decirme que me piensas porque tú, soledad, me quieres y yo te quiero y necesito que te quedes aquí. Poema publicado originalmente en las redes sociales de Poesía de Morras .