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EL CUERPO DE UN LIBRO: MÁS DATOS PARA BIBLIÓFILOS

Para aquéllos que les gusta aprender términos nuevos que tengan que ver con libros. Ahora, este texto hará referencia directa a ellos, o al público en general que quiera referirse de manera correcta a las partes que observa en un una hoja de papel. A ello se refieren las familias tipográficas: conceptos que encontramos en la organización de impresos dentro de su texto.

Abramos un libro. Revise las dos hojas, con todas sus palabras, sus espacios, sus líneas. Resaltan las letras acomodadas, enmarcadas y justificadas. A esta parte de la hoja, la que adentra el contenido del libro se le llama caja o mancha. Representa, más o menos el 80 por ciento del texto, pero no por eso su tamaño es fortuito. Cada publicación le define de acuerdo al tamaño y el diseño; en México, por ejemplo, se mide por milímetros (en otros lugares por picas o cíceros).

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¿Qué pasa con los titulillos que están dentro de la hoja, es decir cuando viene el nombre del autor o de la obra? No es una parte diferente, están dentro de la caja. También se le llama cornisa y aunque se deja un espacio dentro de esta y el texto, son elementos de una misma división.

Ahora, identifiquemos al libro como si sus partes fueran las extremidades de una persona. La parte superior será llamada cabeza y la inferior pies. Sin embargo, el cuerpo de un libro tiene unas pequeñas diferencias. Veamos que hay partes sin texto, a ellas se les llama márgenes. Dentro de ellos, la parte se llama corte y la interior el lomo (lo que en nosotros sería la espalda). Y estos se definen en un tamaño proporcional para que el texto quede lo mejor acomodado. Un libro con sus proporciones bien definidas sería lo mismo que una persona considerada atractiva: la simetría llama la atención.

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Cada parte tiene una función. Por ejemplo, en los pies de la hoja se encontraran seguramente, lo folios, o sea, el número de página. En algunas publicaciones, como en las revistas se suprimen los números nones (por las hojas de publicidad), pero en el libro debe de contener todos. Algunas veces se suprimen los folios de las hojas de capítulos, o por ejemplos las de las páginas de cortesía.

También hay una parte que se llama colgado. Aquí, no se hace referencia despectiva como si se le dijera “colgado” a un sujeto. Esta palabra en un libro, se refiere al espacio que se deja entre la cabeza o un título superior y el cuerpo o la caja del texto. Digamos, podríamos verlo como el cuello del libro.

Sigue la sangría, que son los espacios que hay entre el margen y el texto al inicio de un párrafo de manera horizontal. Como en los seres humanos, en cuanto a la sangría, en el libro hay diferencias físicas. Esta la francesa, donde la primera palabra no se deja espacio y lo demás del texto sí, la inglesa: donde se deja un espacio pequeño en la primera línea y el otro texto normal y la moderna, donde los espacios son hacia abajo y no de manera horizontal.

Ahora, los interlineados, o sea, el tamaño del espacio que se deja entre línea y línea del texto. Tampoco son definidos sin razón. Debe de hacerse de manera que sea atractiva para la vista pero que corresponda al tamaño de lo que se dice en el libro. Recordemos que todo debe ir de acuerdo a una proporción. En este texto, por ejemplo, el interlineado es el considerado sencillo: de un punto de espacio.

¿Es complicado hacer esto? Mucho, como se había visto en otras entradas anteriores estas son definidos por un tipógrafo o el diseñador, que revise que todo esté de acuerdo según la temática y el objetivo del manuscrito. Es por ello, también, que aunque se sea bibliófilos, muchos textos se hacen más fácil para nosotros y algunos menos. La proporción es más agradable a la vista y para los amantes de los libros un libro puede ser más evidente.

Fuente de consulta:

Zavala, Ruiz Roberto. El libro y sus orillas. México, UNAM, 1995. Biblioteca del Editor.