Control 2
NO SÓLO LA EDICIÓN, TAMBIÉN LA ADMINISTRACIÓN
Cuando una persona se acerca a una industria editorial puede pensar, en un inicio, en individuos que se dedican a corregir libros, únicamente. Como si un barco sólo tuviera marineros. Sin embargo, como toda organización, las empresas editoriales se componen de diferentes instancias.
Así, como un barco (por poner un ejemplo ajeno al libro que lleve a la imaginación del lector) tiene a bordo capitanes, marineros, cocineros, contadores, médicos, etcétera, las editoriales constan de otras áreas fundamentales. La administración, distribución y comercialización de ejemplares son parte de las tareas que se encuentran en estas industrias y que mantienen una relevancia evidente ya que logran que la empresa siga navegando.
Barco de papel - Alejandra Karageorgiu - Ilustración
Según los autores, Fernando Estévez y Jorge Vanzulli, el destino de una empresa editorial no sólo es la mediación del autor y el público, sino también creación de un negocio rentable, que pueda mantenerse. Aun si existen instituciones culturales sin fines de lucro, se debe pensar en la correcta redistribución de ejemplares, de hacerlos llegar a su público de la manera más eficiente y por ello, la estructuración dentro de la empresa editorial es una prioridad.
Es así, que toda organización y todo trabajo en equipo debe reconocer sus unidades funcionales (la producción, comercialización y administración de los ejemplares), sí como el timón o el eje rector en el cuál se va a trabajar (misión, visión y objetivos) para crear un funcionamiento del negocio de manera adecuada, y la división de tareas de forma eficaz.
Se debe reconocer, entonces, las tareas primarias de la administración (por ejemplo la producción y la comercialización), al mismo tiempo que las secundarias (las compras, las finanzas, la contabilidad los gastos en recursos humanos, etcétera) y a partir de ello trabajar en el área.
En conjunto con esto se encuentra la jerarquización y combinación de tareas entre los actores de la empresa, como lo realizan los encargados de un bote. La realización de un organigrama, va más allá de reconocer el cargo de los trabajadores, sino que se puede dividir las funciones y, posteriormente, se podría aumentar o disminuir la dotación de tareas se según se requiera.
Ahora bien, las tareas de la administración editorial no sólo comprenden la contabilidad de los ingresos. Tienen que ver también la formulación de la política editorial, la creación de convenciones de ventas, lo comités para la postproducción, por mencionar algunos. Que quienes estén en la tripulación conozcan hacia donde van. La esencia de la administración editorial está tanto en el oficio mismo como en el manejo de los recursos.
Además se contempla lo que sucede dentro de las relaciones internas de la empresa, como en las externas. Que exista una comunicación entre los trabajadores como entre los autores, los proveedores o los clientes a los cuáles se dirige. La definición de la tirada de ejemplares y el pago a los autores son aspectos que se deben tener en cuenta en todo momento. Todo ello puede parecer evidente, pero en ocasiones parece que se olvida de la complejidad del funcionamiento de éstas organizaciones.
Si la empresa editorial llega a cumplir con esto, se tendrá un conocimiento de la demanda de la sociedad, la capacidad para mantener la editorial y el manejo necesario de recursos para hacer que todo siga a flote. Mantener un pequeño o gran negocio no es sencillo y una empresa cultural no es la excepción, por ello se debe conocer la profundidad de su funcionamiento y hacia donde se desea llegar para alcanzar los objetivos. Los puntos anteriores, apenas son un esbozo de ello.
Fuente bibliográfica:
Sagastizábal, Leandro de y Fernando Esteves Fros (comps.), “Administración de una empresa de cultura”, en: El mundo de la edición de libros, Buenos Aires, 2002, Volumen 2, Paidós/Diagonales.

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